Harry el aceitoso

Harry el Aceitoso

Buenos Aires, 1971

El Martes de encontraron con que el hermoso Citroen DS modelo 63 aun no estaba listo para ser entregado y su propietario no tardaría mucho en llegar. El día anterior habían trabajado hasta tarde en su reparación, se cambiaron las partes que efectivamente estaban gastadas o dañadas, se hicieron los ajustes pertinentes para ponerlo a tono pero en el último momento la máquina ya no arrancó, los instrumentos no indicaban nada anormal, simplemente no funcionaba. Era solo un detalle, pero no podían encontrar la falla.
Serían las nueve y treinta de la mañana cuando llegó Harry, cabizbajo y pensativo. Entró sin saludar a sus compañeros, quienes no tardaron en darle la bienvenida:
-Harry…-dijo Franco - ¡Apúrate, el jefe está que echa chispas!
Y Tomás, otro de ellos con sorna: -¡Su majestad, el aceitoso!, -¿Se le hizo tarde observando telarañas y patos? ...pequeño intelectualillo de mierda... sos un cornupio..-
-Jajaja...¡Cronopio, animal!- Dijo el primero-
- Bueno...eso- ¿Y nosotros que somos...piantados?
- Los demás no sé, -Dijo Harry, mientras terminaba de ponerse el overol-...pero vos sos un boludo, lo que me falta por hacer lo termino en cinco minutos...y luego esperar a ver si podés hacer funcionar la máquina-
El tal Tomás era un tipo vulgar y de mal genio, solía gastarle bromas pesadas a Harry abusando de su corta edad de apenas once años y su humilde posición como ayudante para limpieza y lubricación, de ahí su apodo y su apariencia.
Lo que seguía era totalmente predecible: se acercaría para desacomodarle su gorra y manchar su rostro con las manos sucias de grasa.
Pero esta vez las cosas serían diferentes. El niño, calculando sus movimientos, se acercó a una de las tablillas con ruedas que se usan para deslizarse bajo el auto, y la hizo rodar hacia atrás justo en el camino del otro, haciéndolo tropezar y caer de forma estrepitosa y ridícula. Lleno de ira, se incorporó para desquitarse, pero para su sorpresa, Harry permaneció inmóvil con una llave en sus manos y una mirada de determinación que no le conocía.
Tomás volteó para ver a Franco: no hacían falta palabras, no iba a permitir que agrediera al muchacho. Disimuladamente, desistió y volvió a su trabajo.
Desafortunadamente para Harry, el "ogro" había estado observando desde su oficina. Gritaba y hacía señas llamándolo. Lo que seguía era igualmente predecible: iba a ser despedido.
-¿Por qué demonios tenía que hacerme el valiente? -Pensó lleno de angustia- ¿Y ahora, que voy a hacer?....- .Atravesaba por una situación muy apremiante: Su hermanito estaba muy enfermo, lo poco que ganaba apenas le había alcanzado para pagar la consulta médica, un poco de suero y algunas medicinas... pero hacía falta más y no tenía a nadie a quien recurrir...
Cuando entró a la oficina, ya todo era desaliento y tristeza difícilmente contenida. Poco faltaba para soltar el llanto, pero sabía que de nada le serviría, tenía que hallar la forma de...
-¡Caramba !...sos un irresponsable y...
-Señor,- Interrumpió deliberadamente Georgina, su secretaria- Aquí está la factura del Señor Sandrini-
-Cancélala...por culpa de estos inútiles, estamos quedando mal...dí mi palabra de que si no estaba a tiempo, no iba cobrar un solo centavo…bonita cosa...esto me cuesta una fortuna, y vos..- dirigiéndose a Harry, -este interrumpió para decirle a la chica:
-...no la canceles,...señor ¿me daría cincuenta pesos si le doy la solución?-
-¿De qué demonios hablas?....-
Permaneció en silencio.
Bien,-Dijo el patrón con impaciencia - pero te advierto que...-
-El auto no tiene nada...solo le falta gasolina, el indicador no marca bien-
Rápidamente salieron de la oficina, uno a cargar un poco de combustible y el otro a dar los últimos toques de limpieza. Uno, dos intentos y el auto arrancó normalmente.
-¡Ya llegó!...-Gritó Tomás- ya llegó "El Profesor Hippie"....-
-¡No seas insolente!- Dijo el jefe-...el señor Don Luis Sandrini.

Luis Santiago Sandrini, un famoso y veterano actor con una brillante carrera en cine y teatro, era el dueño del Citroen.
Entro al taller, y antes de dirigirse a los presentes, echó un vistazo a su auto aún con el cofre abierto y algunas herramientas a un lado. Con actitud solemne se dirigió al dueño mostrándole su reloj de pulsera.
-Amigo Mustafá, ¿Cómo vamos?-
- Señor Sandrini....ya está casi listo. Pero como estamos retrasados, le di mi palabra de que no le voy a cobrar.
-¡Ajá!...era lo que quería escuchar, -Mudando su rostro serio a una sonrisa-...jajaja, por favor, me da gusto saber que hay hombres de palabra.... ¡Desde Luego que le voy a pagar!, además no tengo ninguna prisa...digo... ¡muchachos!: ¿necesitan ayuda?-
-No, no...-contestaron- …es cuestión de minutos-
El ambiente se volvió mucho más relajado, todos sonriendo
-Ah...mi amigo Harry -Dijo el actor-... ¿Cómo estas pibe?-
-Bien, señor-
-Vení, vamos a ayudarles-
-Por favor- Dijo Mustafá- no es necesario.
-Insisto...y una gran ayuda, porque...mucho ayuda el que no estorba, jajaja-
Todos rieron, menos Tomás. El patrón disimuladamente se le acercó y le dio un codazo en las costillas... solo entonces se rió, pero de manera forzada.
Cada quien volvió a su trabajo. Don Luis se había apartado junto con Harry y platicaban muy animadamente, entre risas y ademanes.... ¿qué tanto charlaban? -se preguntaban los trabajadores y el mismo Mustafá desde el cristal de su oficina-
Georgina se acercó con unas tazas de café.
-¿Azúcar?-
- Regazza carina...-Dijo Sandrini- sí, con azucar....dolce come l’ amore. -
-Estamos por montar una escena -continuó- y usted, justamente es parte del elenco... ¿no es verdad Harry?- haciendo un guiño-
Los jóvenes se limitaban a sonreír divertidos.
Apartando al muchacho, le dio unas indicaciones.
Se colocó junto a ella apuntándole con el índice y pulgar simulando una pistola. Al mismo tiempo que el otro le apuntaba a él.
-¡Inspector Callahan!- con voz grave y amenazante, amagando a la chica con su "revólver"-
Harry haciendo un esfuerzo por contener la risa....
-(vamos pibe...las líneas)- Dijo el actor en voz baja-
Por fin....con rostro serio y revólver en mano, el chico pronunció su frase:
-Go ahead....make my day...
-¡Exceleeente!....queda grabado.
Los tres reían..... Era una película de moda en ese año.
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Después en la oficina, Georgina entregaba la factura a Don Luis, quien firmaba un cheque mientras cantaba una canción: …"Hey there, Georgy girl Swingin' down the street so fancy-free...”
-Amigo Mustafá, le estoy muy agradecido por sus servicios-
- Un placer y a sus órdenes...-
-Bien...y cuídeme a ese muchacho, le aseguro que es un elemento muy valioso-
-Pierda cuidado Don Luis, lo tendré muy en cuenta -
Se despidió de todos.
Por unos momentos, aquel hombre había traído un poco de alegría a la rutina gris del taller y sus personas. Sin nada más que una actitud amable, un poco de humor sencillo e ingenuo... a la manera antigua.
Pero las aguas vuelven a su cauce, y para nuestro hombre las cosas no habían adelantado mucho. Ciertamente había conservado su empleo, pero aún tenía a su hermanito enfermo y el trato con su patrón por resolverle el problema no quedaba muy claro: finalmente el "ogro" era un empresario y comerciante... árabe, además.
El resto de la mañana se dedicó a trabajar arduamente, limpiar de áreas de trabajo, acomodar recipientes y herramientas, llenar depósitos de grasa y aceite...todas sus labores cotidianas con especial empeño. Para el mediodía aún tenía trabajo, pero sus preocupaciones le hacían perder la paciencia. Se dirigió a la oficina y tímidamente abrió la puerta.
-Señor...sólo quería recordarle lo que habíamos platicado y...-
Mustafá levantó la mirada...su ceño fruncido no presagiaba nada bueno.
-¡Grandísimo bribón!... ¿por quién me has tomado? ...¡contesta!-
Asustado, Harry permaneció en silencio, agachando la mirada.
-Has de saber, pequeño granuja, que Mustafá Abdul, es un hombre de palabra... ¿He de repetirlo a cada momento?...- . Sacó su billetera contando cuidadosamente el dinero, tomó la cantidad acordada y se la entregó.
No es posible describir la alegría de un niño en tales circunstancias, intentó articular unas palabras de agradecimiento...de no ser porque el ogro continuó hablando.
-Bueno ya estarás contento...pero ni creas que es gratis...mañana te daré otras responsabilidades-
Harry permaneció callado...como esperado escuchar algo más.
-Bueno, bueno... supongo que pedirás un pequeño aumento...mañana lo discutiremos, por ahora vete a tu casa y déjame trabajar, ah... y recuerda que...-
No pudo terminar, su interlocutor había salido corriendo. Cerró la puerta y moviendo la cabeza, esbozó algo parecido a una sonrisa. El ogro no era tan malo después de todo.
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A una calle del taller se topó con Georgina, quien regresaba del banco.
-¿A dónde vas tan de prisa?-
-Disculpa Georgy, me urge llegar a casa-
-Oye...te tengo algo importante-
-Te digo que no puedo...-
-Bueno... si vos decís, pero yo me esperaría....-
-Ya...que sea rapidito ¿si?-
-Bieeen… ¡Que hombre este!...mirá: el señor Sandrini me ha encargado que les diera a los muchachos y a ti una propina, aquí está lo que te corresponde...lindo detalle ¿no crees?....
-Siii… y vos sos linda, gracias-
La chica sonrió con ternura y le dio un beso cariñoso en la mejilla.
-Ciao pibe, y cuídate-

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Un, deux, trois, quatre… neuf: Ciel.
Rayuela, un grupito de niños jugando rayuela en la banqueta, en uno de los barrios pobres de la gran ciudad de Buenos Aires. Como en cualquier lugar, ni la pobreza o la lluvia, el frío o el calor pueden impedir que los niños jueguen y que sus risas iluminen nuestro mundo porque éste nunca podrá ser el mundo que ellos ven.
Cuando Harry llegó, encontró a su hermanito sentado en un banquillo, viendo jugar a los demás niños. Y junto a él a su inseparable perro Alushe.
-Peque, estas muy mal…deberías estar en cama…-
-Estoy un poco bien…-dijo el pequeño como disculpándose- Sus ojitos hundidos denotaban la debilidad que le había ocasionado una severa infección estomacal.
-Harry, -dijeron Pau y Maru, dos pequeñas amigas- nosotras hemos cuidado Carlitos e hicimos limpieza en la casa-
-Gracias nenas-
En eso llegó Perico en su bicicleta.
-Che…recién acabo de vender todos los diarios…tomá…solo pude conseguir ocho pesos, de algo han de servir-
-Te agradezco, pero ya tengo el dinero necesario, acompáñame a la clínica para que le pongan el suero y las medicinas-
Tomó al niño en sus brazos y se acomodaron en la bici.
-Harry…-dijo el pequeño- ¿podés comprar algo de comida para Alushe?...pobrecito, no ha comido desde ayer-
Alushe movió la cola contento.

Por la noche, el niño estaba fuera de peligro. Los niños se reunieron en la casa de Harry y algunos llegaron con viandas que habían preparado sus padres. La propina que le había dado Don Luis le había alcanzado para comprar refrescos, panecillos y algunos dulces de leche.
Más tarde, antes de acostarse, hojeaba algunos cuentos que su madre le había comprado. Los leía entretenido pero por momentos, le invadía la nostalgia y tristeza.
-¿Cuándo regresará mami?- Preguntó Carlitos-
Lo abrazó, lo arropó y besó su frente-
-Regresará, pibe ya verás-
Habían vivido circunstancias difíciles, su madre había estado internada en un hospital. Cuando regresó al poco tiempo completamente recuperada, las cosas volvieron a la normalidad. Harry volvió al colegio, aunque no dejó su trabajo.
La historia de Harry el Aceitoso fue propuesta hace mucho tiempo a un gran escritor (ciertamente no el que escribe estas líneas). Y sin duda mucho hay que escribir sobre nuestro pequeño gran hombre, como la vez que Mustafá y Georgina fueron secuestrados por unos turcos y Harry….
Pero esos son otros relatos. Alguien, en algún lugar de la Argentina, quizás nos cuente.

checov

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